30 Noviembre - 1ªPedro 5:6-7
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
-Sometiéndonos a Dios:
La palabra humillarse significa sumisión y acatamiento. Es despojarnos de nuestro yo para darle a Dios su lugar. Recuerdo de pequeño el juego de las sillitas, en el que unos niños daban vueltas alrededor de unas sillas al sonido de una música. Mientras sonaba la música, ellos caminaban y bailaban, pero en el momento que la música paraba, todos debían sentarse inmediatamente. ¿Cuál era el problema? Siempre había una silla de menos, por lo que el niño que no se diese prisa o estuviese atento, quedaba de pie y era eliminado.
Al igual que en el juego de las sillitas, nuestra voluntad y sometimiento a Dios solo tiene un sitio, pero hay dos jugadores que se lo quieren repartir. Uno es tu parte carnal, tu yo; que quiere gobernar y quiere hacerse con el premio si no estas atento. El otro, es tu parte espiritual, que quiere sentarse en ese lugar pero que muchas veces llega tarde porque no le dejas su espacio para que pueda hacerlo.
Hoy tengo un llamado a vigilar, a que cuando pare la música, ganes esa batalla sobradamente.
Recuerda, lo contrario de la humillación es la altivez y el orgullo ¿Permitirás que ellos sean los que ganen la batalla?
Humíllate, sabiendo que la batalla es de Dios, deja todo en sus manos, que el tiene cuidado de ti y a su tiempo lo demostrará. Dios te bendiga. Amén.
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