Santiago 1:12-15
1:12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación;
porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha
prometido a los que le aman.
1:13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de
parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a
nadie;
1:14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido.
1:15 Entonces la concupiscencia, después que ha
concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la
muerte.
1ª Corintios 10:13
13. No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea
humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis
resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que
podáis soportar.
Una piedra es golpeada por el agua de una catarata y
parece que no le afecta, pero podemos comprobar que a lo largo del tiempo la
piedra se erosiona cambiando su forma y creándosele un surco difícil de borrar
o quitar.
En nuestras vidas sucede algo parecido con el pecado. Sin
darnos cuenta el pecado pasa a formar parte de nuestro pensamiento dejando una
huella en él y perdiendo así nuestra comunión (unión en común) con el Señor. ¿Cómo
entra el pecado en nuestras vidas? ¿Qué cosas se nos “cuelan” sin darnos
cuenta? Como dice Cantares 2:15 “Cazadnos las zorras, las zorras pequeñas, que
echan a perder las viñas; Porque nuestras viñas están en cierne” ¿Qué son estas “pequeñas zorras” en nuestras
vidas? Son pequeñas cosas que consentimos que nos hacen apartarnos de Dios. ¿A qué
cosas debemos prestar atención? Pienso que debemos de estar siempre “ojo
avizor” ya que muchas veces hacemos caso de amistades que si bien dan buenos consejos; estos quedan muy lejos de lo que Cristo
haría, pero que no nos parecen mal del todo y los ponemos en práctica. Esto
sería el comienzo, pero nos pasa lo mismo con las series de televisión, algunas películas, libros, Internet etc. Recuerdo el padrenuestro en Mateo 6:13 ”Y no nos
metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, por todos los siglos. Amén.”
Aquí le pedimos al Señor que no nos meta en tentación, y estoy
convencido de que si se lo pedimos, Él lo hace. El problema surge no en que no
nos metan en tentación; sino que
nosotros voluntariamente acudimos a ella como hemos leído en Santiago 11:14 "...cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y
seducido".
Luego por mi concupiscencia es que yo me acerco al pecado.
Pero…¿Qué es mi concupiscencia? ¿Cómo puedo
controlarla?.
La concupiscencia podríamos describirla como la incitación al mal y mas exactamente el deseo de participar o hacer algo
inmoral o amoral o algo que no es del agrado de Dios, pero que a nosotros nos
podría traer una satisfacción según nuestros deseos de la carne.
Para controlarla tenemos que ser conscientes de que no
somos invencibles o intocables por
nuestra gran fe en el Señor; tal y como dice 1ª de Corintios 10:12 ¨Así que, el que piensa
estar firme, mire que no caiga.¨ por lo cual debemos estar vigilantes para no
caer. Ponerlo en práctica es como cuando pasamos por un barrizal y nos
ensuciamos, teniendo que limpiarnos para que no nos quede mancha o huella del
barro. Es como si la piedra golpeada por
el agua y marcada con un surco, pudiéramos volverla a su estado anterior. ¿Cómo? La receta la
tenemos en Romanos 12:2 ¨ No os
conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios,
agradable y perfecta¨. Busquemos cada día el renovar nuestro entendimiento por
la Palabra de Dios. Amén. Daniel Polo