12 Diciembre - Hechos 19:11-17
Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aún se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.
Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.
Había siete hijos de un tal Esceva, judío, jefe de los sacerdotes, que hacían esto.
Pero respondiendo el espíritu malo, dijo: A Jesús conozco, y sé quién es Pablo; pero vosotros, ¿quiénes sois?
Y el hombre en quien estaba el espíritu malo, saltando sobre ellos y dominándolos, pudo más que ellos, de tal manera que huyeron de aquella casa desnudos y heridos. Y esto fue notorio a todos los que habitaban en Éfeso, así judíos como griegos; y tuvieron temor todos ellos, y era magnificado el nombre del Señor Jesús.
-El Poder de Dios no se puede reemplazar:
A lo largo del tiempo he podido observar como personas vienen a la Iglesia, ven y se acercan, pero no tienen un encuentro real con Dios. Lo he visto en personas que incluso por años, imitan formas, maneras de hablar, gestos y proceden de tal manera, que pasarían por auténticos cristianos. Solo hay un problema: Y es que no lo son, no ha habido un cambio real y sincero en sus vidas y esto es como un corcho en el agua, al final sale a la superficie.
Jesús vino para darnos vida y vida en abundancia. Juan 10:10 dice: El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Y también dice: en Hechos 1:8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
No podemos poner el carro antes que el caballo. ¿Qué les paso a los hijos de Esceva? Ellos habían visto como procedía Pablo y como fluía el poder de Dios y trataron de imitar lo mismo. El resultado fue espantoso. Había formas, ritos, maneras de proceder, pero no había el más mínimo poder, ni cambio real.
Podemos engañarnos a nosotros mismos, pero jamás podremos engañar a Dios y como hemos visto, tampoco a satanás.
Si no venimos a Dios sinceramente, no habrá fluir de Su amor, fluir de su poder, en definitiva, fluir de Él.
No te conformes con gestos, formas y tradiciones que únicamente te llevan a un evangelio descafeinado y sin poder.
Ven a Dios con un corazón sincero, real, humillado y dispuesto para que Él pueda cambiar todo y fluir en tu vida.
Dios te bendiga. ¡Que tengas un buen día! Amén.
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