Y Nehemías el gobernador, y el sacerdote Esdras, escriba, y los levitas que hacían entender al pueblo, dijeron a todo el pueblo: Día santo es a Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis; porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley.
Luego les dijo: Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fuerza.
-El Gozo del Señor es nuestra fuerza:
Cuando al pueblo le fue leída y enseñada la ley, se entristecieron mucho debido a su pecado. Sabían que estaban apartados de Dios y que lo que habían hecho estaba mal. Sabían que sus caminos no eran conforme a lo que Dios les había dicho. Ellos se arrepintieron y se entristecieron. En ningún momento se justificaron, ni trataron de poner excusas tales como: No lo sabíamos, no nos lo habían explicado, o es que somos así.
Simplemente reconocieron su error y lamentaron lo que habían hecho. No tenían excusa, habían pecado y se habían apartado de Dios. ¿Qué ocurrió? Dios se gozó con ellos, y transformó su tristeza en alegría y su lamento en gozo. ¡Incluso hicieron fiesta para celebrarlo! Dios se alegró de que volvieren a sus caminos. ¿Qué nos enseña esto?
Da igual lo alejados o lo muy cerca que estemos del Señor, cuando nos ponemos delante de Él con un corazón arrepentido y con deseo de agradarle, Dios se va a gozar y para nosotros va a suponer un cambio total en nuestras vidas. Ven a Él hoy sin excusas y muéstrale todo aquello que te apena, que te duele, que no entiendes, que te inquieta, verás cómo su gozo lo llena todo. Dios te bendiga. Amén
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