30 Octubre - Juan 13:14-17
Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.
De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que le envió.
Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis.
-Trabajando con humildad:
El Señor, con toda su Grandeza, Santidad y Poder lavó los pies de sus discípulos. Fue una gran demostración de humildad. Tal y como dice Colosenses 1:15-18: Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia.
Jesús, Dios hecho carne, Creador y Sustentador de todo, se humilló y lavo los pies de sus discípulos. El que merecía todo el Honor, el Servicio, la Honra, se puso a la altura de un simple sirviente. Al reflexionar sobre esta escritura, podemos caer en la idea de que ya no se lavan los pies a los invitados ni a la gente y no pensar en la profundidad de la enseñanza. ¿Hasta dónde estás dispuesto a rebajarte para servir a los demás?
A lo largo de nuestra vida, puede ser que Dios nos ponga en esta situación más de una vez y nos ponga delante al hacer cosas que por nuestra cultura, estatus o situación, no haríamos, y no es solo lavar unos pies.
Prueba de ello la tenemos en el servicio en la Iglesia y a las personas: Muchos quieren ser ministros, diáconos, y otros puestos de primer orden, pero pocos quieren ser del equipo de limpieza de la misma. ¿Para quién hacemos las cosas?
¿Hasta dónde estamos dispuestos a llegar en nuestro servicio al Señor? Piensa en ello la próxima vez que se te presente la ocasión. Recuerda: Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis si las hiciereis. Dios te bendiga. Amén.
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